sábado, 29 de marzo de 2008

CALLES


Por las mañanas,
envuelto en todo el amor de Dios,
salgo,
arduamente feliz,
a las calles
deshechas por las bombas.

Mi dulce Señor prosigue
en su feliz tarea
de prodigar milagros
– no el menor de entre ellos
la fe
que me concede para
poder seguir creyendo en los milagros.




Juan de Marsilio

(Uruguay, 1963)