CALLES
Por las mañanas,
envuelto en todo el amor de Dios,
salgo,
arduamente feliz,
a las calles
deshechas por las bombas.
Mi dulce Señor prosigue
en su feliz tarea
de prodigar milagros
– no el menor de entre ellos
la fe
que me concede para
poder seguir creyendo en los milagros.
Juan de Marsilio
(Uruguay, 1963)
sábado, 29 de marzo de 2008
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